domingo, enero 28, 2007

El romance del Pancho y la Coca

Las fuentes de la inspiración son inesperadas y juro por lo más sagrado (y el síritu espanto) que cuando elegí esa mesa en el bar, al lado de la de esas dos chicas, no esperaba escuchar cómo una le contaba a la otra que "el Pancho" había dejado a "la Coca"... Increíble pero real.

Tipo humilde y sencillo era ese Pancho,
esos tipos que la yugan desde abajo,
transparente de verdad como si un tajo
mostrara su interior todo a lo ancho.

Muy bonita era la Coca entre bonitas
y tan dulce con su risa efervescente
(demasiado popular, decía la gente)
y casi siempre salía con papafritas.

Un buen día se encontraron como extraños,
él estaba caliente... y ella fría
pero él supo superar ese detalle.

Desde entonces andan juntos hace años
y es común verlos en mutua compañía
en los bares del barrio o en la calle.

viernes, enero 26, 2007

Álbumes eran los de antes

Ayer leía declaraciones de Nito Montecchia, miembro de la banda Los Auténticos Decadentes, en el sentido de que las canciones disponibles en internet y MP3 podrían malograr la apreciación de las obras artísticas; cito: "Prefiero el concepto de escuchar un álbum tal como lo creó el artista, y no las canciones sueltas; ni siquiera me gusta poner la función random del equipo para pasar CDs". Cada quien tiene el derecho de escuchar música como le plazca pero creo que el "concepto de álbum" fue algo transitorio que duró apenas algunas generaciones y lo que están produciendo internet y MP3 es el regreso a lo que siempre fue la lógica unidad de medida en la música popular: la canción.

Hasta la década de los 70, a pesar de su coexistencia con el long play, el principal medio de difusión musical continuó siendo el single. Luego se impuso comercialmente el álbum y los artistas adecuaron sus obras a ese soporte, no es que éste se adecuara mejor a aquellas. Es difícil imaginar que el disco doble Tales From Topographic Oceans de Yes, con cuatro canciones de unos veinte minutos cada una, hubiese sido producido con ese mismo formato en otra época. Las versiones serían más largas o más cortas, la cantidad de temas no sería necesariamente par, los condicionamientos serían otros. El "concepto de álbum" nació a raíz de un nuevo soporte y era totalmente previsible que muriera junto con él.

Al margen, el exagerado respeto a dicho "concepto" puede provocar algunos sinsentidos; tal vez el mejor ejemplo sea el surco final de Sergeant Pepper's Lonely Hearts Club Band, un detalle ingenioso y original que aprovechaba las características del material con el cual se estaba trabajando (como el escultor en madera puede aprovechar un nudo) y sólo tiene sentido en un disco de vinilo. Resulta ridículo que ediciones posteriores en CD lo incluyan reducido a una duración arbitraria cuando toda la gracia está en que es infinito; si deja de serlo por ausencia de un mecanismo que lo posibilite debería excluirse, pero no, ahí figura ese remedo vaciado de significado.

Sr. Montecchia: ¿Ud. diría que no es conveniente leer El Aleph antes que El inmortal porque éste lo precede en la edición impresa de un libro de cuentos? Yo creo que la música, esa cosa a la que Ud. se dedica hoy en día, está conformada por canciones y ya no por álbumes, y así en el Winco como en el iPod la canción sigue siendo la misma (Led Zeppelin dixit... en un álbum, claro).

miércoles, enero 24, 2007

Relojes

En la última celebración de fin de año la empresa me obsequió un elegante reloj de pulsera con motivo de haberse cumplido diez años de relación laboral. Como sabía de antemano, éste fue a parar al fondo de un cajón donde permanecerá juntando polvo hasta una próxima mudanza o remodelación. Es que además de no soportar ningún tipo de pulsera y ni siquiera las mangas largas (ando arremangado en pleno invierno, cada loco con sus manías) para que combine con el estilo de ese accesorio debería conseguir un traje y un par de zapatos, ítems que desentonarían en mi guardarropa. Sin embargo, lo acepté como lo que en realidad es: un símbolo, pero... ¿qué clase de símbolo? ¿Por qué un reloj y no otro objeto? Por tradición, dirán algunos, pero las tradiciones también deben tener un origen. Esa pregunta quedó dando vueltas en mi mente.

Suelo discutir con una amiga budista sobre la existencia o no de la casualidad; para mí no sólo existe sino que es un componente básico en el devenir de nuestras vidas. Resultó que poco después de aquella reunión retomé la lectura de The Wealth And Poverty Of Nations -David S. Landes, 1998- y encontré casi enseguida un pasaje en el que el autor canta loas a la invención del reloj mecánico como a la mayor de las innovaciones de la Europa medieval que le permitirían, unos siglos después, dominar en forma completa al resto del mundo. Tal parece que este aparatito cambió radicalmente la concepción misma del trabajo. Hasta entonces las tareas del trabajador estaban distribuidas en la jornada y ésta, obviamente, determinada por la naturaleza: el ciclo de estaciones, las variaciones demográficas, etc. Esta máquina, al quitarle al inmensurable tiempo sus condicionamientos geográficos y transformarlo en algo ficticio divisible en unidades idénticas entre sí, pudo "desnaturalizar" el concepto de mano de obra y, a diferencia de lo ocurrido en China o en el Islam donde no la utilizaron a pesar de tener la capacidad técnica para hacerlo, fue un elemento fundamental en la génesis del capitalismo europeo, de la producción a destajo, de la acumulación del capital, de la división internacional del trabajo y del perfeccionamiento a nivel científico de la explotación del hombre por el hombre (todas cosas francamente maravillosas para Landes, según entiendo).

Ahora me queda mucho más claro: Lo que me regalaron es una pequeña porcioncita de la plusvalía que produje simbolizada en el más representativo posible de los objetos... En mi anacrónico romanticismo hubiera preferido una clepsidra.

lunes, enero 15, 2007

Gente y la actualidad

¿Por qué hace tanto que no escribo? Tal vez porque no tengo nada positivo para contar.

Salgo a la calle y me encuentro todo el tiempo con gente prepotente, gente que literalmente me atropella, que me lleva por delante y luego se enoja conmigo aplicando la estrategia de que la mejor defensa es un buen ataque, sólo para evitar pedir perdón (la admisión de los propios errores debe ser la jactancia de los intelectuales pusilánimes, supongo); también encuentro señoras mayores que, simulando ser más estúpidas de lo que realmente son, se me adelantan en la cola para ganar un lugar que de buen grado les concedería yo a cambio de un simple por favor y una sonrisa, y que cuando les hago notar su pequeño "error" me tratan con el desprecio que sin duda merece mi insolencia hacia las prerrogativas de su doble condición geronto- femenina.

Entonces, cansado de todo eso, me voy al trabajo y ahí encuentro cierta gente intrigante que juega un juego de alianzas y traiciones al estilo Gran Hermano pero sin premio alguno (y aquí vuelvo a caer en la antigua cuestión huevo/ gallina = sociedad/ medios: ¿Esos programas tienen éxito porque la gente en general se maneja de esa forma o su éxito provoca que los giles piensen que esa es la forma en que deben manejarse?); cierta gente que, por ejemplo, se niega con terquedad a responderte el saludo a pesar de compartir, para bien o para mal, nueve horas diarias con vos; gente que si no te dice buen día obviamente tampoco feliz cumpleaños pero eso sí, pone dinero en la colecta para tu regalo porque sabe que los jefes van a ver la lista y hay que ser políticamente correcto.

Tratando de evadirme me pongo a leer las noticias y encuentro, invariablemente, declaraciones de gente fascista; gente que repite a los cuatro vientos que habría que fusilar a todos los piqueteros, o a los ambientalistas de Gualeguaychú, o a los manifestantes de la FUBA, o a cualquier grupo de cualquier clase que ose estorbar aunque sea un poco su veloz carrera hacia lugares donde no tiene nada importante ni urgente para hacer, pero ¡qué carajo, uno tiene sus derechos, ¿acaso no habla la Constitución de la libre circulación y el libre fusilamiento?! Me pregunto si se publican tantos comentarios de ese tipo porque son un muestreo representativo de la proporción de fachos entre la población o simplemente porque las declaraciones irresponsables y desubicadas venden mucho más que las responsables y ubicadas.

En fin, últimamente termino los días agotadísimo y recordando la vieja canción de Todos Tus Muertos: Hay gente que te escucha y gente que no, hay gente que te banca y gente que no, hay gente que te invita a su casa a dormir y gente que te deja en la calle morir... Estoy seguro de que por acá y por allá sigue habiendo mucha gente que sí, pero la verdad es que estoy bastante harto de tratar constantemente con gente que no.