lunes, mayo 29, 2006

La obra perfecta

La obra de Aurelio Cadorna es inmerecidamente desconocida. En el barrio se lo recuerda como a un bohemio simpático que componía poemas trasnochados en los bares, de los que solía ser echado amablemente a la hora de barrer. Sin embargo, en cierto modo, este pintoresco personaje revolucionó las letras de su tiempo, fue best-seller en varios idiomas y hasta estuvo nominado para el Nobel de Literatura.

Cadorna tenía 20 años y estaba tomando cerveza con sus amigos en el café de Don Cosme cuando de golpe lo asaltó la inspiración, fue "como si alguien se metiera en mi cabeza y me dictara" según confesó luego al turco Salim, habitual compañero de mesa. Inmediatamente dejó la reunión y se desveló escribiendo un extenso y bello poema que unos meses después le valió un premio municipal y la publicación de su primer libro. Ese espaldarazo lo alentó a probar suerte con la novela y en ese empeño empleó los siguientes 7 años, con las intermitencias a las que lo obligaban sus diversos y poco gratificantes trabajos. Cuando le puso a ésta el punto final comprobó la acritud de la industria editorial y su manuscrito terminó descartado en todos lados. Al cumplir los 35 su suerte volvió a cambiar: escribió una interesante obra teatral que pronto fue puesta en escena en el circuito underground con razonable éxito. La inclusión de ésta en un festival internacional de teatro independiente provocó su tardío estreno en una sala comercial e incluso una pésima adaptación para TV, en la que no intervino. Así y todo esta incursión en los medios masivos le abrió esa puerta tanto tiempo anhelada. En el transcurso del año siguiente se publicó su novela y un volumen de viejos cuentos, algunos ya aparecidos en revistas y periódicos de escasa circulación, pero este reconocimiento le llegó demasiado tarde: estaba gravemente enfermo y le quedaban pocos meses de vida. Postrado en la cama de una clínica porteña se lamentaba amargamente de las oportunidades perdidas, de morir tan joven cuando al fin tenía la posibilidad de escribir como siempre quiso, de dejar en la nada tantas obras que hubiera podido entregar al mundo. Una noche se durmió sabiendo que lo hacía por última vez y soñó que estaba en el café de Don Cosme unos 20 años atrás, pero él no era el protagonista de la escena, la veía desde afuera como a veces sucede en esos casos, y el hombre maduro, el hombre que estaba soñando, se metía en la mente de aquel muchacho.

Cadorna quedó como pasmado... ¿Así de repentina era la inspiración? Su cabeza bullía con la efervescencia de cientos de argumentos literarios y desenlaces geniales. Se levantó de la mesa como en trance y a partir de entonces dejó de frecuentarla. Cambió sus hábitos y, convencido de su vocación, no sólo comenzó a escribir metódicamente todos los días sino que se dedicó a obtener los contactos necesarios para llegar a ser un escritor profesional. Su éxito fue rotundo y su carrera meteórica, a los 40 años había publicado 7 novelas universalmente elogiadas, varios volúmenes de cuentos y una docena de obras teatrales, casi todas ellas llevadas a la pantalla por las grandes corporaciones del cine. Tenía doctorados honoris causa de las más prestigiosas universidades y su columna semanal era la sección más leída de los diarios de mayor circulación en el mundo. Sin embargo su salud era precaria y, a pesar de contar con los mejores especialistas disponibles, iba a morir pronto. En esas circunstancias, que no le hayan otorgado el premio Nobel privilegiando a Herbert Quain produjo en el país una ola de chauvinismo y anglofobia. Postrado en su habitación de la mejor clínica de París, una editorial le solicitó autorización para publicar sus obras completas en 10 tomos. Este pedido lo llenó de amargura: 10 gruesos tomos... cuántas páginas y páginas de más, cuántas palabras vanamente redundantes. A esta altura, con toda su experiencia, él recién hubiera podido empezar a escribir en serio. Una obra, una sola, que resumiera tanta inútil parrafada. Una obra perfecta, que sintetizara la trama minuciosa del cuento breve con el desarrollo psicológico de los personajes de una novela, utilizando la fluidez narrativa de la dramaturgia junto al lenguaje elocuente de la mejor poesía... pero ya no tenía tiempo, se moría y había utilizado mal su oportunidad. Sabiendo que lo hacía por última vez, se durmió y tuvo un sueño.

Cadorna quedó como pasmado y no era para menos. Sentado a una mesa del café de Don Cosme se iluminó con un relámpago de sublime inspiración. Vislumbró, completa y acabada, una obra de arte perfecta. Era una pieza literaria magistral e irrepetible y todo estaba ahí, en su cabeza. Tan sólo tenía que retenerlo y su mente (bastante capaz) tal vez lo hubiera hecho si no fuera porque el turco Salim, gesticulando indignado por el penal injustamente cobrado contra Colegiales, le dio un manotazo a la cerveza y la volcó enteramente sobre los pantalones de su amigo. A esto siguió una trifulca, un pedido de disculpas, abrazos, otra ronda a cargo del turco e interminables brindis. Cadorna se durmió a la madrugada completamente borracho y a la mañana siguiente no recordaba prácticamente nada aunque creía haber tenido, en un momento, una especie de arrebato místico. Durante los siguientes 20 años vivió de changas. En el barrio se lo recuerda como a un bohemio simpático que componía poemas trasnochados en los bares y, de tanto en tanto, importunaba a sus amigos pidiéndoles opinión sobre determinados fragmentos de una novela eternamente inconclusa. Alrededor de los 40 cayó gravemente enfermo y ni siquiera en su hora postrera, en la sala común de un hospital público, volvió a invadirlo aquella inspiración: su último sueño fue una fantasía demasiado similar al cuento "Rainbird" de R.A.Lafferty.

miércoles, mayo 24, 2006

Mi amor me importa más que Patti

Hoy escribí un post sobre política nacional referido al electo diputado-torturador Luis Patti... Luego decidí no publicarlo porque, más allá de cierta catarsis, simplemente declaraba mi desagrado por compartir este mundo con tantos fascistas sin aportar nada nuevo. A cambio, voy a rescatar del olvido este viejo soneto dedicado a mi compañera para reafirmar, hoy, su última estrofa.

Su amor se hizo rutina y sin embargo
no todo en el amor es novedad,
hay manías que surgen con la edad
y sólo ella es capaz de hacerse cargo.

Ya es un juego de paciencia y rendición
que crece como un árbol (suave y lento)
poniendo calma donde había aturdimiento
y placer cómplice en lugar de la pasión.

Ella es parte de mí: es mi costilla
porque sucede que al revés del mito
hay mujeres que se encajan en tu pecho

y no deja de ser una maravilla
que ella sea todo lo que necesito
para transar con la vida y salir hecho.

martes, mayo 16, 2006

Uno y otro

Uno está invadiendo Irak hace 3 años y no tiene planes a corto plazo para retirar las tropas, otro está noviando con la madre de sus hijos hace 3 meses y tiene planes a corto plazo para intentar una nueva convivencia. Uno declara a Venezuela país hostil por motivos que incluyen criticar abiertamente su política exterior, otro la declara a ella mujer de su vida por motivos que incluyen criticar abiertamente sus defectos permitiéndoselos ver. Uno refuerza la guardia en la frontera de México para impedir el ingreso de elementos extraños porque lo considera poco seguro, otro baja la guardia para permitir el ingreso de sentimientos extraños porque considera que jamás se había sentido tan seguro.

De esos dos, uno soy yo (¡No, yo no soy uno, soy otro! -Bueno, tampoco soy otro, sigo siendo el mismo pero... ¿Lo dejamos ahí?-)

lunes, mayo 15, 2006

10 comedias 10

Grismar, antes de la lluvia, me pasó la posta de este interesante meme. Si tuviera que elegir un solo film sin duda sería "La quimera del oro" de Chaplin; la escena en que la chica lo saca a bailar y a él se le van cayendo los pantalones, hasta que se los sujeta con una cuerda sin darse cuenta de que en el otro extremo está atado un perro, me hace desternillar de risa cada vez que la veo y la he visto muchísimas; pero la consigna es señalar otras nueve. Se complica teniendo en cuenta lo que hace muy poco dije sobre la memoria y la dificultad para comparar simples sucesiones de gags al estilo de Mel Brooks en "El joven Frankenstein" con comedias como "La vida es bella" o "The Full Monty" que me hacen meditar seriamente al mismo tiempo que sonreír. Como diría Lope, burla burlando van otras tres delante.

Entre las que vi últimamente me gustó la española "Crimen ferpecto" y también la francesa "Ruby & Quentin" con un desopilante personaje interpretado magistralmente por Depardieu. "Mejor imposible" es una de las mejores películas que vi en mi vida, de cualquier género. Lejos de la calidad de ésta, la poco pretenciosa "Loco por Mary" me hizo reír bastante y entiendo que la consigna apunta a eso y no a un juicio de valor desde el punto de vista artístico. Recuerdo haber sido en su momento algo fanático de la impecable "Brazil" y no puedo dejar fuera de la decena al genial (no soy de usar ese adjetivo indiscriminadamente) Woody Allen: sin analizarlo demasiado me voy a quedar con "La rosa púrpura del Cairo".

Por supuesto toda selección siempre es injusta y ya me estoy arrepintiendo, así que me despido con rapidez y, como los blogs en los que suelo comentar ya han participado o han sido invitados (jamás dejaría un primer comentario que fuera la invitación a un meme... escrúpulos que uno tiene), dejo abierta la propuesta para cualquier lector que pase por esta página y se sienta tentado de continuar con la serie.

PD: Un agradecimiento a Vitore por la idea de los links a filmaffinity.com

sábado, mayo 13, 2006

Un poco de nostalgia

Hubo un tiempo perdido en el pasado
en que lo máximo era una golosina
y las pelotas que negaba la vecina
se conseguían trepando al alambrado.

No había cable pero había mucha esquina
(los dibujitos no venían en continuado)
y un soldadito no era fluo ni articulado
porque la magia era de uno y no de China.

En los bondis no hay boletos de color,
los e-mails ya no traen estampillas
ni las tapas de gaseosa son chapitas...

Yo no digo que el pasado fue mejor
pero extraño ensuciarme las rodillas
arrastrándome al jugar a las bolitas.

jueves, mayo 04, 2006

Imagine

Hace un tiempo razones de convivencia laboral me obligaban a oír un programa de radio que detestaba, ya que sus conductores son el prototipo del porteño soberbio y fanfarrón. Estructurado y rutinario, incluía (creo que incluye aún, esas audiciones suelen perdurar) un reportaje con preguntas fijas a personas más o menos famosas, las más de las veces menos, que comenzaba con anodinas pelotudeces para terminar peor. Sobre el final derivaban, con acento de qué piolas que somos, hacia el tema de la masturbación e interrogaban: "En esos casos, ¿recurrís a la fantasía o al recuerdo?" Siempre me pareció una pregunta muy estúpida porque considero al recuerdo sólo una de las tantas formas de la fantasía: lo que nosotros imaginamos que nos ha sucedido.

Ayer contaba una vieja anécdota que yo creía muy vívida pero resultó ser la combinación de dos hechos sin relación entre sí; sólo caí en la cuenta ante el comentario de una persona que conocía uno de ellos e ignoraba el otro. Uno era de mi temprana infancia y otro de mi juventud, cambiaban el ámbito y las circunstancias y tan sólo los unía un mismo tipo de protagonista, en este caso un perro confundido. No es la primera vez que me pasa algo así y eso me confirma que todos mis recuerdos son una construcción mental sin mayor sustento. Si nuestra percepción es por fuerza subjetiva y parcial (basta consultar a distintos testigos de un mismo hecho) ¿qué podemos decir del vestigio, desgastado por el tiempo, que tenemos de lo alguna vez percibido? Sería superfluo suscribir "La imaginación al poder" en estas ocasiones en que siento que lo único que realmente existe es mi propia imaginación.

Imagino que acabo de escribir unas líneas sin interés y tal vez alguien imagina que entendió de qué trataban...