¿Día de qué?
Hoy comienza un fin de semana largo. ¿Por qué? Bueno, hay un feriado... Se me hace difícil explicarle a mis compañeros de trabajo, empleados sin jerarquía como yo que sólo parecen preocuparse por si van a aprovechar los tres días libres para irse a la costa o a la sierra, por qué yo le doy tanta importancia a una fecha en particular. Resulta que el 1º de Mayo conmemora una ejecución de trabajadores en Chicago que, más allá de los salarios de hambre, pedían básicamente la reducción de la jornada laboral a ocho horas y un descanso dominical. Aquí mismo en Buenos Aires y más de treinta años después, las reivindicaciones cuya solicitud desencadenó la Semana Trágica de 1919 seguían siendo las mismas, e iban a pasar todavía muchos años hasta conseguir algo al respecto.
Vivimos en una sociedad de presente continuo en la que se desalienta toda reflexión sobre el pasado. ¿Qué tiene de extraño trabajar ocho o nueve horas de lunes a viernes, con vacaciones anuales pagas, indemnización por despido, etcétera, si las cosas siempre fueron así? Se sobrentiende que el significado de "siempre", en esta sociedad, se reduce al período de nuestra corta vida. ¿Qué aplicación práctica tendría mirar más atrás? Cuando yo nací mi viejo ya contaba con esos derechos, pero eso no me impide darme cuenta de que la legislación laboral actual no se debe a la filantropía de los empresarios ni a la intervención de benévolos gobiernos progresistas sino principalmente a la lucha constante y admirable de millones, que estuvieron dispuestos a poner el pecho y hasta a aceptar la muerte con valentía por algo que ya no existe y se llamaba conciencia de clase. Cada 1º de Mayo suelo reflexionar sobre el tema y en general me estremezco de agradecimiento hacia esos luchadores anónimos de otra época.
Entonces, a los que piensan como yo, que disfruten de un merecido descanso el Día del Trabajador (no "del trabajo" como leo en los calendarios) y para el resto buen fin de semana largo.