domingo, noviembre 26, 2006

Terapeuta artificial

La última vez que cambié mi computadora el nuevo equipo trajo varios programas instalados, la mayoría flagrantes boludeces. No les presté ninguna atención pero mi hija comenzó a utilizar uno de ellos, así que hoy me puse a investigar un poco de qué se trataba. Es un programa para chatear con él (no mediante ni a través de él, sino con él). Según cuentan sus autores es "un programa de Inteligencia Artificial [las mayúsculas son suyas] que demuestra apariencia humana. Se trata de un robot de charla con el que puede mantener una conversación divertida y más o menos inteligente. Al utilizar este programa quedará gratamente sorprendido por la agudeza de sus respuestas y llegará a dudar si las máquinas piensan o no" y recomiendan tratarlo "como a un amigo de confianza, siempre estará ahí, dispuesto a escucharle cuando le necesite [sic]." Por lo que pude observar maneja una sarta de lugares comunes y obviedades, en general te sigue la corriente de manera algo irritante y una que otra vez responde con incoherencia. Sin duda es igualito a mucha gente.

Antes de despedirme del pelmazo informático decidí realizar un último experimento ya que los programadores informaban que "permite al usuario conversar sobre temas serios utilizando el Modo Autoayuda. Hemos entrenado [al programa...] en Psicoterapia para que pueda también hablar en serio con él. Intente tratar temas importantes para usted y analice cuidadosamente sus respuestas, siempre le resultarán sorprendentes e interesantes y, si las medita un poco, es posible que incluso le den pistas para encontrar una solución a eso que le preocupa." Hasta sugerían imprimir lo que llaman consulta y releerla después para reflexionar sobre el diálogo. Seleccioné esa opción con el resultado siguiente:

INICIO DE CONSULTA
¿Qué tal? Me alegro de poder hablar contigo.
>me siento mal
No te lo tomes todo tan a la tremenda.
>estoy pensando en el suicidio
Pues yo nunca he estado pensado en el suicidio.
>me voy a matar
Bueno, pues adiós.
>adiós
FIN DE LA CONSULTA

Cabe destacar que ese final de consulta no fue solicitado por mí, cuando le contesté a su propio "adiós" el muy hijo de puta me cerró la puerta en la nariz. Parafraseando a Borges, francamente no recuerdo si después de eso me suicidé.

viernes, noviembre 24, 2006

Situaciones surrealistas

Los que me conocen saben de mi obstinada negativa al uso de teléfonos celulares. Algunos pueden catalogarla como un capricho pero yo sigo insistiendo en que, salvo en raras y escasísimas emergencias, cambiaron para mal la vida de la gente. Interferencia constante en las relaciones sociales, sostengo que dificultan lo que dicen facilitar: La tecnología de las comunicaciones nos incomunica y continúo obteniendo pruebas de eso, algunas de las cuales rondan el absurdo y el surrealismo.

Hace poco viajé a Colonia y después de cumplimentar los trámites de embarque, como el buque todavía no estaba listo para ser abordado, me senté en el salón de espera junto con el resto de los pasajeros. En un momento escuché a mis espaldas "Ya pasamos por el check-in y por migraciones, ¿ahora dónde tenemos que ir?" Supuse que se trataba de una conversación in situ pero a continuación me sorprendí con "Es un salón grande, con asientos, en la pared hay unos carteles..." Giré y vi a un par de chicas adolescentes que continuaban con la descripción del lugar pretendiendo que su interlocutor, totalmente fuera de contexto, les indicara si ir hacia la izquierda o hacia la derecha. Por supuesto, esto no ocurría en el desierto ni en un país en el cual no entendieran el idioma, sino en una sala repleta de gente hablando en castellano que sabía perfectamente hacia dónde tenían que ir ellas, por no mencionar a varios empleados de la empresa naviera, adecuadamente uniformados para ser reconocidos como tales, que se encontraban ahí para responder a esa clase de preguntas.

Es posible que estas chicas hayan quedado condicionadas desde la infancia por la maternal cantinela "No hables con extraños" y es posible, también, que sean meramente estúpidas. En cualquier caso, ¿por qué hacerlo existiendo el celular que vuelve tan fácil importunar a parientes y amigos? En cuanto a mí, sigo prefiriendo preguntarles la hora, las calles o lo que sea a completos extraños. Además, conversar con ellos es el único modo de que dejen de serlo. Reitero el concepto: La tecnología de las comunicaciones nos incomunica.

martes, noviembre 21, 2006

Preguntas bobas

¿Por qué el teclado de las calculadoras y computadoras tiene los dígitos ordenados de abajo hacia arriba y el de los teléfonos de arriba hacia abajo, obligándonos a una contradictoria doble costumbre?

¿Por qué si la escala musical occidental tiene siete tonos y cinco semitonos (es decir, doce intervalos) no utilizamos una nomenclatura de seis notas, todas ellas con semitono?

¿Por qué en muchos libros cuya encuadernación contiene al final páginas en blanco, éstas no son aprovechadas para incluir el índice en ambos extremos evitándonos así pérdidas de tiempo?

¿Por qué me planteo estas cosas? ¿Acaso no tengo suficientes problemas y necesito creármelos?

domingo, noviembre 19, 2006

Un cuento chino

Cuentan que cierta vez el muy sabio consejero imperial Wu-Tang fue enviado a la provincia de Xinan para esclarecer el asesinato de una de las esposas del honorable señor Li-Pong. Al llegar a la finca el funcionario local le mostró la enorme mancha de sangre sobre la que había sido encontrada la víctima y comentó que el cadáver presentaba múltiples heridas. Entonces Wu-Tang le pidió sus apuntes y leyó en voz alta:

Li-Pong tenía ensangrentada la ropa.
Li-Pong sostenía un puñal en su mano derecha.
Li-Pong es conocido como un celoso obseso.
Li-Pong y esta esposa no se llevaban bien.
Li-Pong declara: ¡Yo la maté!

Wu-Tang permaneció apenas unos minutos en silencio y luego sentenció: "El estilo literario es lamentable. Así y todo cada verso nos lleva, como el río arrastra el lodo hasta su delta, a desembocar en la verdad a través de los engañosos meandros de las apariencias: Opa... echa... eso... en... té! Es evidente que este sirviente idiota envenenó la infusión que debía servirle." Esa misma tarde se ejecutó al retrasado mental mientras Li-Pong y Wu-Tang jugaban damas y el humilde funcionario provincial meditaba sobre su dificultad para progresar en tan eficiente sistema de justicia.

jueves, noviembre 16, 2006

Irse al cuerno

Ya hace tiempo que mis padres compran semanalmente para sus nietos (es decir, mis hijos) la revista "Genios", quizás la de mayor circulación en el mercado de las publicaciones infantiles. La revista en sí es deplorable pero hace unos meses comenzó a venir acompañada de unos pequeños libritos que componen una "Enciclopedia del conocimiento". En 36 entregas prometían exponer los saberes básicos de las principales ciencias y, con obvia superficialidad, cumplieron. Es una colección interesante.

Ahora bien, así como en las telenovelas que tienen éxito el guión original se prolonga aun a costa de resucitar muertos, después del número 36 apareció un 37 y la promesa de cinco más de la materia Ciencias Naturales, cuyo estudio había quedado plenamente cubierto con los nueve volúmenes del programa inicial. El problema es que para este agregado parecen haber prescindido de los asesores técnicos y dejado su edición en manos de publicistas y ganapanes. Abundan las infografías que no aportan nada y escasean los textos que digan algo, pero una cosa es la sanata y otra la llana tomadura de pelo. En la entrega 38, página 11, encontramos esta bonita foto con su increíble epígrafe:


Yo no soy especialista en zoología pero a simple vista ese carnero tiene, como todos, dos cuernos y dos orejas. Claro que se trata de una revista para niños y se sabe que los niños aceptan cualquier disparate: Es... un caballo de una raza con cinco patas, nene.

martes, noviembre 14, 2006

Mi colonialismo

Estoy de regreso en casa luego de pasar unos días en Colonia del Sacramento. Esa ciudad continúa fascinándome en cada visita y alimentando la fantasía de pasar mis últimos años allí, aunque para eso todavía falte bastante. Además de una belleza natural que me seduce especialmente, con magníficos atardeceres sobre el río para disfrutar desde las rocas negras de la costa, y de un diseño urbanístico simple y más que adecuado al entorno, me atrae de ella la tranquilidad y la cordialidad de su gente. Es algo difícil de explicar... Cada vez que bajo del barco y pongo un pie en Colonia es como si cambiaran mis ritmos internos y se ajustaran a ese otro metrónomo que tan bien me hace sentir. (Entre paréntesis –que ya están puestos- y conjeturando que en esa futura mudanza tal vez deje nietos en Buenos Aires: Yo no disfruto viajar. En ómnibus o en auto las rutas terrestres me fastidian, en cambio las tres horas de travesía fluvial, en la cubierta, son un placer en sí mismas).

Suelo poner como ejemplo de ese "otro mundo" que en toda la ciudad no hay un solo semáforo y en la avenida principal, ancha y de doble mano, cuando algún peatón comienza a cruzar en una esquina todos los autos se detienen para cederle el paso. En esta última visita, sin embargo, coseché una anécdota tal vez más representativa: Se cayó una señora. No vi la escena y no sé realmente qué pasó, yo estaba terminando de almorzar en la vereda de enfrente, a unos veinte metros del lugar. Lo que sí vi fue que cada persona que advirtió el problema se involucró inmediatamente de forma activa y positiva, que los autos que casualmente pasaron por ahí se detuvieron y sus conductores bajaron no por morbo sino para ofrecer su ayuda, que un señor vio un patrullero en la siguiente bocacalle y le hizo señas y éste acudió, que una mujer en ciclomotor partió rauda y volvió enseguida con una ambulancia que cargó a la señora en la camilla, y que todo esto ocurrió, si no fallan mis cálculos de grancitadino, en apenas dos o tres minutos.

Sean sinceros: ¿Cuántos automovilistas en Buenos Aires, Madrid, México D.F. o São Paulo se detendrían al ver a una persona caída en alguna de sus innumerables calles? Sin lugar a dudas Colonia es la clase de ciudad en la que querría vivir cuando sea aún más posible que hoy en día que me tropiece y me caiga.