martes, abril 11, 2006

Hay motivos personales

En estos últimos años escribí muchos sonetos. Algunos están bastante bien logrados y otros no tanto. Algunos surgieron con relativa fluidez y otros con mayor esfuerzo. Algunos fueron descartados para luego convertirse en la base de uno nuevo y otros permanecieron definitivamente en el olvido. Algunos le gustaron mucho a Fulano y otros muy distintos a Mengano, pero hay uno en particular que representa algo especial para mí. No es el más correcto en su forma ni el más profundo en concepto, es simplemente el poema que más quiero.

Esta es su historia: La noche anterior tenía una depresión terrible y escribí un soneto tremendamente sombrío en el que cada uno de los 14 versos era una frase independiente que comenzaba con "No hay"; el último afirmaba "No hay ya por qué vivir... no hay un carajo". Como quien arroja una botella al mar lo envié a casi toda mi libreta de direcciones y me tiré a dormir para acabar con un día deplorable. A la mañana siguiente bajé correo y encontré la respuesta de una buena amiga que me decía: Me quedó muy claro todo lo que no hay, pero por favor contame sobre lo que SÍ hay. Ahí mismo, todavía medio dormido, sin lavarme la cara ni tomar un mate, comencé a escribir casi mecánicamente. No pensé nada dos veces ni volví nunca atrás, estaba como en trance y en escasos cinco minutos tuve frente a mí la contestación, como si me hubiera sido dictado exactamente lo que yo quería expresar. Fue la primera y única vez que me ocurrió algo así.

Anoche un post de Vitore, en el que divaga (al menos así llama él a sus lúcidas reflexiones) inspirado por otro post ajeno, me hizo a la vez divagar sobre mi propia inspiración, mis razones para escribir o la falta de ellas y sobre mis motivaciones en general. Por supuesto, trajo a mi memoria aquel momento mágico, hasta ahora irrepetible, que me resulta imposible compartir más allá de su mero resultado.

Hay un largo (interminable) laberinto.
Hay una muchedumbre en todos lados.
Hay una procesión de hipnotizados.
Hay personas que te dan algo distinto.

Hay un rayo de luz de cuando en cuando.
Hay el sueño de un lugar menos horrible.
Hay alguna realidad que no es posible.
Hay siempre otras realidades esperando.

Hay un yo al que desprecio y no defiendo.
Hay momentos en que todo es deprimente.
Hay dolores que torturan sin testigos.

Hay un viejo corazón que está latiendo.
Hay fantasmas que molestan en la mente.
Hay un hombre cansado... y hay amigos.

03/02/2005, para Maru

3 comentarios:

Cinzcéu dijo...

Y, sí, siempre hay de todo. Quizás toda inspiración y/o magia sobrevenga sin lavarse la cara ni tomar un mate. Un abrazo.

Vitore dijo...

¿Cuántos poemas se habrán escrito medio borrachos o entre el humo de la marihuana?. Los que salen del corazón suelen ser bellos. Los que salen de la boca del estómago como un puñetazo hacia afuera, son rotundos. Me gusta que haya "Hays" más que "No Hays". Abrazos.

Anónimo dijo...

He leído, todos juntos y de corrido, el homenaje a Cachivache, el Informe Meteorológico y ahora este rotundo soneto. No es mucho lo que puedo comentar intelectualmente porque es más importante todo lo que he sentido, la entrañable calidez de un amigo que me permite escudriñar un cacho de su corazón y de un territorio que parece Buenos Aires pero se me hace más bien una ciudad por suerte humanizada por el Guiño.
Me fumé un pucho, agarré mi destartalada libretita y llamé a viejos amigos, un tanto olvidados. Gracias.