domingo, noviembre 19, 2006

Un cuento chino

Cuentan que cierta vez el muy sabio consejero imperial Wu-Tang fue enviado a la provincia de Xinan para esclarecer el asesinato de una de las esposas del honorable señor Li-Pong. Al llegar a la finca el funcionario local le mostró la enorme mancha de sangre sobre la que había sido encontrada la víctima y comentó que el cadáver presentaba múltiples heridas. Entonces Wu-Tang le pidió sus apuntes y leyó en voz alta:

Li-Pong tenía ensangrentada la ropa.
Li-Pong sostenía un puñal en su mano derecha.
Li-Pong es conocido como un celoso obseso.
Li-Pong y esta esposa no se llevaban bien.
Li-Pong declara: ¡Yo la maté!

Wu-Tang permaneció apenas unos minutos en silencio y luego sentenció: "El estilo literario es lamentable. Así y todo cada verso nos lleva, como el río arrastra el lodo hasta su delta, a desembocar en la verdad a través de los engañosos meandros de las apariencias: Opa... echa... eso... en... té! Es evidente que este sirviente idiota envenenó la infusión que debía servirle." Esa misma tarde se ejecutó al retrasado mental mientras Li-Pong y Wu-Tang jugaban damas y el humilde funcionario provincial meditaba sobre su dificultad para progresar en tan eficiente sistema de justicia.

1 comentario:

Cinzcéu dijo...

Al fin de cuentas es un modo de hacer justicia, es ingenioso y es rápido. Como ahora, los giles pagan por delitos que no cometieron pero al menos las causas no duermen años en un cajón mientras jueces y criminales juegan con sus playstation.
Excelente relato. Un abrazo.