Imposible evadirse
Yo estaba vagando por el sistema solar, comparando las extraordinarias similitudes entre Marte y la Tierra: su día o su ciclo de estaciones, contemplando el giro retrógrado de Venus, rebeldía sólo superada por el gran Urano que además de rotar al revés le muestra el culo al Sol, y por supuesto admirando a Plutón y Caronte que bailan un eterno vals en esa órbita excéntrica que tanto molesta a la formal comunidad de astrónomos... En eso estaba cuando pasaste y preguntaste si pizza o fideos, y entonces fui barrido por la cola de un cometa y depositado justo acá, para apreciar lo maravilloso de este punto cualquiera del universo en el que existo, sólo por el hecho de que coincida con el tuyo.
Yo estaba husmeando en el misterio de la vida, en la historia de esa bacteria que alguna vez fue Adán, pensando en esas algas gigantescas que son parientes de los protozoos porque todas sus células son idénticas entre sí, en organismos simbióticos como el liquen, en los hongos que modifican su entorno para devorarlo en lugar de devorar y luego modificarlo en su interior, y por supuesto en el virus, que algunos estudiosos querrían marginar de la biología ya que no se reproduce utilizando su materia y su energía sino que se replica usando materia y energía ajenas... En eso estaba cuando pasaste y nuestras miradas se cruzaron, y eso produjo un momento único en la evolución que resultó tan irreproducible como irreplicable.
Yo estaba representado en la sílaba yo intentando articularla con la sílaba vos, analizando las muchas posibilidades del verbo: te amo, te amé, te amaré, te amaba, te he amado, te amaría, te amara y tal vez te amase (porque me encanta amasarte)... En eso estaba cuando pasaste y preguntaste si pizza o fideos y nuestras miradas se cruzaron y me acariciaste levemente en la mejilla, y así derrumbaste toda sintaxis y no dejaste más significado que el contacto ni más significante que la piel.
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