martes, junio 13, 2006

Yo... ¿argentino?

Me interesa el Mundial en la medida en que me gusta el fútbol. Lo tomo como una periódica oportunidad para disfrutar de excelentes partidos (en cada edición hay un par de ellos) y conocer a jugadores que no tengo muy vistos. Después de la primera ronda mi simpatía suele volcarse hacia aquellos equipos cuyo juego más me agrada y por eso me molesta tanto ese fanatismo patriotero que me impide aplaudir públicamente un jugadón de Ronaldinho o de Zidane contra la selección argentina sin correr el riesgo de ser linchado. ¿Por qué el hecho de que se enfrenten equipos que los organizadores denominan "Argentina" y "Serbia" tendría que emocionarme más que si se llamasen "Adidas" y "Lotto", marcas que lucen demasiado visibles en sus respectivas camisetas y cuyos intereses representan en mucha mayor medida que a los míos o a los de Unomasic, gris empleado en una oficina de Belgrado?

Así y todo, y aceptando el tema de la representatividad tan sólo como hipótesis de trabajo, surge otro problema: jamás logré considerarme argentino. Yo me defino como porteño y luego latinoamericano; ambas son categorías que me resultan reales y comprensibles pero inevitablemente se me escapa esa estación intermedia, la argentinidad. Mi condición de porteño, o mejor de rioplatense, no se basa en patriotismos prefabricados y distribuidos en vistosos envases celeste y blanco, listos para el uso del consumidor, sino en una serie de circunstancias vividas a través del tiempo, principalmente en la infancia, que me convirtieron en la persona que soy hoy, con determinadas costumbres, gustos artísticos, gastronómicos, etcétera. Desde ese punto de vista, el cultural, el único apropiado en estos casos, me siento más identificado con un uruguayo que con un jujeño. Nunca entendí cómo funciona el misterioso mecanismo por el cual, ante una competencia entre un deportista de Tilcara y otro de Tarija (que yo percibo tan similares entre sí y por lo tanto con las mismas similitudes y diferencias con respecto a mí) mi simpatía debería condicionarse según el lado de una arbitraria frontera del que les haya tocado nacer.

Entonces para este torneo mis expectativas son básicamente dos: que el mundo disfrute del fútbol más bello posible y que (idealista fantasía que no abandono) gane el equipo que juegue realmente mejor... Si esto en verdad ocurre no me importará en lo más mínimo dónde hayan nacido esos campeones.

4 comentarios:

Grismar dijo...

Yo me siento "argentina" en cuanto a compartir una cultura, cultura que comparo con la de lugares semejantes, no tengo dudas de que me siento más "extranjera" en Jujuy que en Montevideo, aunque no tanto en Mendoza, o sea, aquellos lugares en los cuales más se habla de "mantener una cultura y tradición propias" terminan siendo los que más ajenos siento. El fútbol, es fútbol, y como tal un Mundial es (o debería ser) su máxima expresión, por lo tanto siempre los espero ansiosa. Anoche alguien que hacía comentarios "deportivos" en la radio decía que hoy todos teníamos que ver a Brasil porque pueden ser nuestros rivales a corto plazo, personalmente yo quería ver el "jogo bonito" y esa grata sorpresa que fue Croacia.

Anónimo dijo...

¡Viva Bélgica!

Anónimo dijo...

Opino exactamente igual y siento la misma perplejidad por esa estación intermedia que es la argentinidad. Porteños, rioplatenses, latinoamericanos no tenemos bandera, escudo ni himno, lo cual nos transforma en... nada. Una última cosa: dónde nacen los campeones no le importa a nadie, las selecciones "nacionales" están llenas de extranjeros (lo cual explica tanto negro en Francia, por ejemplo) y mercenarios (lo cual explica tanto argentino y brasilero por ahí).
Ayer escuché la siguiente anécdota: Lawrence de Trinidad juega en Gales y parece que en un partido se acercó a un adversario morochón y le preguntó: ¿es cierto que tu vieja nació en Puerto España?. Sí, le dijo el otro. Ah, ¿y no querés jugar en la selección de Trinidad? ¡Genial!
Saludos.

Vitore dijo...

¿Tan difícil es disfrutar con el juego o el espectáculo deportivo sea éste realizado por un compatriota o no?. Desde luego, todavía hay gente que se empeña en convertirnos en tribus, cuanto más pequeñas y más enemigas de las otras tribus mejor. Una pena.