miércoles, abril 04, 2007

La moneda

dedicado a Maun

En la Europa de entreguerras, cierto día llegó a un puerto cantábrico un campesino español buscando transporte marítimo para emigrar a América. Tenía prisa: estaba huyendo del servicio militar. No tenía, en cambio, un destino en particular: no conocía a nadie en aquel otro continente. Le informaron que ese día zarparían dos barcos, uno hacia Buenos Aires y otro hacia Veracruz. Los costos de los pasajes eran similares y las paupérrimas instalaciones idénticas. El campesino no perdió tiempo dudando y en forma expeditiva arrojó al aire una de las monedas con las que a continuación iba a abonar. La cara era México y la ceca Argentina. Salió ceca.

Nuestro hombre llegó a Buenos Aires, consiguió un trabajo y con el tiempo conoció a una coterránea con la que se casó y tuvo un hijo. Este hijo, a su vez, le dio nietos. Tantos años después de su travesía sin retorno le contó a uno de ellos, sentado sobre sus rodillas, aquella anécdota. El pequeño quedó profundamente impresionado. Su mente infantil se figuró una especie de Tupac Amaru genético e imaginó a un mexicanito de su edad que tuviera un cuarto de su personalidad combinada con tres cuartos de extraño... Sus otros cuartos, tal vez, estarían repartidos entre tres criaturas cualesquiera alrededor del mundo. Cara o ceca, cincuenta y cincuenta: Yo existiré o jamás lo haré, pensó el pibe, y vio ambas posibilidades girando locamente en el aire salobre de un puerto europeo. Puro azar, casualidad.

3 comentarios:

Cinzcéu dijo...

No acostumbro volver a cosas que deliraba hace 25 años, pero esta vez me parece pertinente: "no es preciso conservar la calma/ ante cualquier circunstancia/ habrá nuevas cosas para hacer:/ hasta la moneda/ es un cincuenta por ciento de esperanza". Suscribo la tesis del azar y de mis tres cuartas partes posiblemente otras. Un abrazo.

Grismar dijo...

No creo en la casualidad, en el sentido amplio, sí en su significado, pero es un tema demasiado largo para un comment. No es casual que haya elegido tirar una moneda, ni la mujer con la que tuvo un hijo, sí que ese espermatozoide (espero que no te cierren el blog por mencionarlos) entre varios millones se uniera a ese óvulo y no otro, en ese exacto momento ¿o no? Por milenios se creyó que por casualidad a veces la luna se cruzaba en el paso del sol. Bueno, es largo, para post. Como dijo Cinzcéu, vuelvo a delirios de hace 25 años (me alegro). La responsabilidad asumida por las consecuencias de ese viaje, claro, no tienen nada que ver con que sea azar o no la cara de la moneda. Un beso.

1+ dijo...

Apunto otra parábola sobre la incidencia de la casualidad: "Match Point" de Woody Allen. A quien no la haya visto se la recomiendo.