miércoles, julio 25, 2007

aluminio+1

Alguna vez, hace tiempo, leí una guía o decálogo sobre cómo tener un blog exitoso. El concepto de éxito que manejaba su redactor apuntaba al simple dato estadístico acerca de la cantidad de visitas (evidentemente los shoppings son más "exitosos" que los museos, espero que el PRO no convierta por eso todos los museos de la ciudad en shoppings) como también a un calculado posicionamiento en los resultados de los buscadores. Así hablaba de elegir títulos llamativos, sin importar demasiado que describieran al post; de incluir links, muchos links, aunque no vinieran el caso (a propósito: qué bonita es Halle Berry); de no extenderse demasiado en los artículos, aunque yo creo que eso podría afectar la profundidad de ciertos análisis; y sobre todo de postear al menos tres o cuatro veces por semana. Quizá, entonces, si uno tiene un artículo largo convenga dividirlo en párrafos y postearlos por separado... Eso dificultaría su lectura pero ¿a quién le importa la lectura? Lo importante es aparecer en las búsquedas: esta página, ahora, aparecerá cada vez que alguien busque a Halle o incluso a Chuck Berry... ¿Y qué hay con eso?

Recordé aquello a raíz de la lectura de los comentarios a un breve artículo publicado en uno de los blogs "profesionales" del diario Clarín (no me da la gana enlazarlo, me gusta más la morocha) llamado "Exploración periodística del universo blog" que dice muy poco y no aporta nada relevante. Estos hicieron que me plantee nuevamente la pregunta ¿qué es exactamente un blog? Yo tengo una idea bastante formada sobre la respuesta pero parece que no sólo no es universal sino que es minoritaria. Un comentarista dice: "No nos engañemos, el blog es apenas una modificación de un formato preexistente. La dinámica del blog deviene del foro. También separados por temas [¿...? ¿de qué tema trata este blog?], los foros plantean una comunicación horizontal, lo único que se ha cambiado es el entorno gráfico. El foro es un tanto menos atractivo y posee menos recursos que 'algunos' blogs. Sin embargo, todo lo demás es igual." Yo creo que entre un blog y un foro hay al menos tanta diferencia como entre una conferencia y un debate, me temo que éste sea uno de esos a los que les gusta interrumpir constantemente al orador. Luego otro comenta: "Así como en la primera ola de Internet [mantengo su mayúscula porque no es accidental] sólo sobrevivieron las grandes empresas que supieron incorporar la web como un canal alternativo de ventas, sólo los blogs que tengan una entrada regular de lectores seguirán en pie. Es decir, bloggers más populares. 'Comentarios 0' dudo que siga leyéndose de aquí a unos años." Esta analogía me parece aún menos pertinente que la anterior, sería como decir que el éxito comercial de un determinado charanguista supondría la extinción de tantos lúmpenes que rascan y rascan en los trenes. A éste una comentarista, que obviamente firma con su nombre y apellido, le responde: "Algunos bloggers, me consta, inventan entradas que ellos mismos redactan con el fin de 'aparentar' que tienen varios lectores [yo creo que eso se llama esquizofrenia]. En mi caso, prefiero el 'comentario 0' a los 33 que publican algunos blogs que son imposibles de leer y parecen mamarrachos escritos por chicos que están experimentando con la computadora. Me refiero, puntualmente, a los blogs anónimos. No los leo. Hay pocas excepciones que lo merecen." No entiendo la relación entre un juicio de valor sobre el contenido y el nombre bajo el cual decide presentarse el autor. Seguramente en la biblioteca de esta mujer no tienen lugar Fray Mocho ni Almafuerte.

Este último comentario combinado con el criterio de aquel decálogo supondría que los blogs de Aristóbulo Spiciafuoco o de Hermegilda Schwarzenberger tendrían mayor éxito que los de los pobres Juan Pérez y María García, y como mi apellido coincide con un nombre de pila muy usual yo estaría en el mismísimo horno (donde todos nos vamo' a encontrar, Discepolín dixit), pero como pertenezco al grupo de los mamarracheros realicé un experimento en Google: ocurre que si uno busca, por ejemplo, Cinzcéu, todas las entradas que devuelve se refieren a comentarios de ese autor en diferentes blogs. Menos específica resulta la búsqueda con nicks que son a la vez palabras incluidas en el diccionario con uno u otro sentido, sin embargo ningún otro nombre de usuario es tan poco práctico a esos efectos como el mío. Sucede que para los buscadores el símbolo +, incluso entre comillas, no es un caracter sino un operador, por lo cual si escribimos "1+" Google nos devuelve todas las páginas que contengan el dígito 1 (nada menos que 14.370 millones, contra las escasas 1.040 –unidades- del ejemplo que elegí). Imaginen, además, cuántos idiomas distintos utilizan los números arábigos... Algo no tan extremo pasa con el título de mi blog: si escribimos "elguinio" como en la dirección URL, cosa que difícilmente alguien haga, aparece esta página en primer término pero con una advertencia previa que nos pregunta si no quisimos tipear "aluminio"; si en cambio probamos con su verdadero título, "El guinõ", Google nos presume estúpidos y sin preguntar nada nos propone todas las páginas que incluyen la palabra guiño, con ñ y o (yo no puse guiño, señores, me tomé el trabajo, mapa de caracteres mediante, de escribir guinõ).

En fin, todo esto me demuestra que, a todos los efectos, este no va a ser nunca un blog exitoso según los parámetros de los gurúes de la blogosfera; cosa que, cabe aclarar, no me quita ni me quitará jamás el sueño. Ni tampoco el suenõ.

4 comentarios:

Chiru dijo...

muy ilustrativo
yo le agregaría que para tener éxito (???) hay que visitar y comentar en 400 blogs (así te devuelven la visita).
No importa lo que digas ni si leíste o no, tenés que pasar aunque sea a decir hola (sino, como van a saber de tu existencia?) :þ

a propósito (y perdone mi ignorancia - Borges dixit) por qué
guinõ? (de paso te chimento que bloglines no me dejó usar ese nombre, por lo que te tengo suscripto como el guino, ni hablar de 1+, por eso puse 1mas... en fin, sos un discriminado ;) )
salutes

Grismar dijo...

Algunas dudas: ¿"una modificación de un formato preexistente" no es casi todo?, ¿una "entrada regular de lectores" se mide por comentarios? ¿eso no sería una entrada regular de comentaristas?, además ¿no "seguirán en pie" los blogs cuanto se le canten las ganas al blogger? ¿"inventar entradas", en el lenguaje del blog, no es inventar post? Si lo que inventan son comentarios, pero nadie lee el blog ¿para qué servirían?. ¿Qué es "blog anónimo"? Para crear un blog debemos al menos tener un seudónimo, por lo tanto ni siquiera podríamos ser tan anónimos como los autores de algunos libros de La Biblia.
Hay casos intermedios entre la búsqueda de Cinzcéu (donde Google te informa que quizás buscabas "cinco") y de 1+, si buscás, por ejemplo, Grismar, aparecen muchas entradas que pertenecen a otras que eligieron el mismo nick, y que, a menos que sepas distinguir a unas de otras, no significan nada en función exitosa.
Sin duda, nunca serás (seremos, unos cuantos), exitoso (hay cierto paralelismo entre la exitosidad bloguística y la de vida). Un beso.

Cinzcéu dijo...

Yo sí que soy un blogger exitoso porque este post y un comment me mencionan ¡y tengo 1040 menciones en Google!, jajajaja.
Agradezco que no hayas enlazado ese blog de Clarín porque seguro que entraba a ver qué onda y me indignaba. ¿Cómo se puede ser tan pelotudo? Al menos el que dice "no nos engañemos" se asume parte del engaño. A la mujer que no lee blogs "anónimos" (comparto la duda de Grismar) tampoco deben gustarle Pablo Neruda, Bob Dylan, Woody Allen... por no decir todos esos griegos antiguos que se hacían los vivos y no ponían el apellido.
Yo que vos me pondría Aluminio+1 para tener, al menos, un blog exitoso entre físicoquímicos y metalúrgicos.
Un abrazo.

1+ dijo...

Chirusa: es "El guinõ" porque me gustó la idea de que el gusanito de la ñ tuviera libertad de pasearse por toda la palabra... Me pareció, justamente, un guiño. Un beso.

Grismar, Cinzcéu: no hay mucho por agregar, sólo comenté porque quería responderle la pregunta a Chirusa. Beso, abrazo, et al.