martes, enero 17, 2006

La bruja y el ropero

El subtítulo de la película "Las crónicas de Narnia" me hace pensar inevitablemente en una pareja de vecinos que tenía hace una década en un PH de cuatro unidades. Ella era una mujer de supuesto perfil bajo, aunque claramente hipócrita y soberbia, que de hecho manejaba los hilos a la sombra de su marido. Él era un energúmeno de dos metros de altura con una constante expresión de estúpida hostilidad. Los ocupantes de las otras tres unidades teníamos una natural predisposición a la convivencia: era habitual que charláramos sobre diversos temas, nos prestáramos yerba o cuidáramos mutuamente a nuestros hijos. Ellos nunca participaron en eso, sospecho que se sentían incómodamente relegados a un escalón social que suponían no merecer.

La bomba que subía el agua a los tanques casualmente estaba sobre el departamento de ellos. No era de última generación y resultaba algo ruidosa. Por las noches el ropero solía salir a cortar la corriente desde el tablero, a escasos dos pasos de su puerta, con lo cual no sólo limitaba la reserva de agua para todos sino que dejaba a oscuras el pasillo común y sin portero eléctrico a las cuatro casas. Como el diálogo con ellos era imposible, en cuanto me daba cuenta de esto yo simplemente iba a restablecer la corriente. A los quince minutos él volvía a cortarla, y a los quince minutos yo la devolvía, y a los... Este juego siguió así unos cuantos días hasta que al ir con mi linterna desde el fondo del pasillo a mover el interruptor encontré que faltaban los tapones correspondientes. Golpeé educadamente a su puerta y no recibí respuesta. Golpeé bastante más fuerte y tampoco. Se la pateé y nada.

Ante esta situación una vecina, una gran mujer con nombre de tango que criaba sola a seis hijas y de la que tengo un excelente recuerdo, fue a hacer una denuncia policial. Increíblemente (por tratarse de esa institución provincial) vinieron muy pronto un par de agentes y hablaron con el fulano. No sé qué le habrán dicho pero su estrategia cambió súbitamente: nos llamó a todos a una reunión en el pasillo y nos dijo que era necesario contratar a un administrador de consorcio. Todos nos miramos asombrados y le explicamos que en un edificio tan pequeño era un gasto superfluo, máxime cuando el resto de nosotros nos entendíamos muy bien y siempre habíamos solucionado los problemas a medida que surgían. Alguien tuvo un desliz y dijo algo como "Sólo es cuestión de saber convivir". Eso exasperó completamente al sujeto que comenzó a gritar cosas del estilo de "¡¿USTEDES nos van a enseñar a convivir a NOSOTROS???!!!" En ese momento me vi obligado a abandonar la reunión para ir a consolar a mi hijo porque todo esto, doblando su exagerada longitud, lo espetaba a escasos centímetros de mi cara (un gesto de caballerosidad, ya que yo era el único otro hombre en el grupo) sin tener en cuenta que tenía al bebé en brazos.

Después de un tiempo se mudaron a algún lugar más acorde con sus pretensiones y el departamento fue ocupado por una persona normal con la que nunca tuvimos ese tipo de problemas. Ahora, a la distancia y sin enojo, intentaré ponerme en su lugar y probar un poco de empatía. Esta gente debe realmente creer que el 99% de la humanidad está equivocada y, mientras le caga la vida al resto, a la vez debe sentirse torturada e infeliz por la injusticia que les toca vivir. Supongo eso e imagino un círculo de intolerancia que se retroalimenta y, como cantaba tan bien Louis Armstrong, pienso para mí mismo: qué mundo maravilloso.

5 comentarios:

Cinzcéu dijo...

No sabía que "Las crónicas de Narnia" era sobre conflictos vecinales pero... ¿y el león?, ¿es el que le patea la puerta al ropero hostil de dos metros?

Anónimo dijo...

Querido Guiño: ha sido elegido y oficialmente invitado al juego "Cinco extraños hábitos tuyos", en el que deberá confesar exactamente lo que dice el título, realizando un artículo en su propio blog e invitando al final a otros cinco amigos para que se deschaven. Para enterarse un poco mejor visitá mi blog (si es que lográs entrar en La Coctelera, que anda de reforma cibernética).
De todos modos yo pasaré en su momento a pispear tus malas costumbres y manías. Un abrazón lúdico del Mono pelotudeando.

Grismar dijo...

¿no creemos todos alguna vez que el 99% de la humanidad está equivocada y nos sentimos torturados e infelices? Quizás la diferencia sea que algunos intentamos no joderle la vida a los demás con nuestra intolerancia. (¿lo lograremos? habría que preguntarle a los otros)

Anónimo dijo...

A la distancia y sin enojo se puede hacer el intento de entender a los roperos. Pero a mucha distancia.

1+ dijo...

Querido mono: Gracias por la invitación. Ya veremos, tengo el extraño hábito de pensar dos o tres veces antes de aceptar o rechazar las invitaciones.